domingo, 2 de febrero de 2014

Luis Aragonés


Luis Aragonés ya forma parte de la leyenda rojiblanca. Antes que entrenador de otros clubes o de la selección española ha sido el jugador y el entrenador emblemático del Atlético de Madrid. Alias zapatones y el sabio de Hortaleza, fue sobre todo un hombre de la casa.
Salvo los allegados, muy pocos conocían su enfermedad. En la cena de Navidad que celebran los veteranos del club, Collar y compañía, se le echó de menos pero poco más. El propio Cerezo ha admitido que no sabía nada. Luis, rudo en las formas pero tímido en el fondo, se ha despedido a la francesa de la familia atlética, acaso por no hacer ese ruido mediático que tanto le molestaba o por no causar más dolor del necesario. Lo cortés no quita que tuviera su carácter; fue el único que se atrevió a coger al patriarca Gil por las solapas y gritarle tras una bronca en los despachos del Calderón:

- No me toques los huevos Jesús, que te muerdo la nuez.

Recuerdo a Luis cuando llegó al atleti en 1964 junto con el lateral Colo, que ahora tiene 76 años, y el malogrado Miguel Martínez "el panocha", un robusto pelirrojo que se desvaneció en el césped por causa desconocida y murió tras ocho años en coma. Los tres procedían del Betis. Cuando se encuentren en el más allá se darán un abrazo y hablarán de los viejos tiempos. ¡Cómo pasan, por cierto! Esto no hay quien lo pare, decía mi abuelo, socio pata negra del atleti. Y añadía, cenando con mi abuela, mi madre y yo en la vieja casa de Tutor:

- ¡Este chico, Luis se llama (y me miraba), tiene más fútbol en sus zancas que la delantera del Madrid junta!   

Mi abuela, inmune a sus arranques pasionales, le atajaba mientras servía la sopa:

- ¡Joaquín, no te excites que te sube la tensión! Y miraba con una sonrisa mordaz la insignia del atleti prendida en mi camisa.

Era Luis quien tiraba los penaltis y no fallaba uno. En los entrenamientos apostaba con Ufarte, Rivilla o Jayo si conseguía golpear con el cuero cualquiera de los postes desde los once metros y siempre les ganaba. También tiraba las faltas. Es historia del fútbol aquel gol en parábola que le enchufó al Bayern en la final de la Copa de Europa del 15 de mayo de 1974. Pero hay que hablar del Atleti en términos de destino: en el último minuto, el tiro de un defensa alemán desde el centro del campo se coló bajo la panza de Reina padre; en el partido de desempate (no había prórroga) palmamos a lo grande. Adelardo se retiró del campo echando espuma por la boca. Vi la final conmigo mismo, en el estudio de un amigo que se había ido a Cuenca y me dejó las llaves. Volví llorando desde Gaztambide (uno del atleti, decía la gente) y nadie me consoló porque mi abuelo se había ido a verla a casa de otro socio de la vieja guardia y se había acostado sin cenar tan pronto como llegó, después de mandar a freír espárragos a mi madre y a la abuela. Estuvo intratable una semana… ¡Por qué eres del atleti, me decía gimiendo, tengo yo la culpa! Volvió a fumar Mencey y ya no lo dejó.
Pero el tiempo lo cura todo. El Atleti con Luis como flamante entrenador ganó el año siguiente la Copa Intercontinental al Independiente y al otro la Copa del Rey y después la Liga.

La prueba de su raza atlética y el amor a sus colores fue tomar las riendas del equipo en la temporada 2001-02 cuando ardía en el infierno de la segunda división y además subirlo. Recuerdo un partido que ganamos al Eibar por dos a uno en un Calderón a reventar. En la puerta el Mono Burgos. Había más socios que ahora. Luis indignado gritaba ronco desde el banquillo a sus jugadores que, jaleados por el público y con un gol de ventaja, se engolfaron el último cuarto de hora en un suicidio de ida y vuelta. En la sala de prensa (donde Luis ha dado tantas alegrías a la afición), tras una charla movida en el vestuario, decía cabreado:

- ¡No quieren entender que el público juega su partido y nosotros el nuestro!

O cuando el periodista de provincias le preguntó, tras un gol encajado de falta, por qué la barrera no se había colocado cubriendo el palo largo.

- ¿Palo largo? Creía que los dos eran iguales…

Hay muchas y sabrosas anécdotas: las flores y el pelo de la gamba, la motivación racista, su amigo el sexador de pollos, ganar, ganar y volver a ganar, la polémica sobre Raúl al que apartó de la selección… Están todas en los videos de Youtube.
En una comida de antiguos socios a la que asistió mi abuelo, José Eulogio Gárate, el delantero centro, habló de Luis:

- Detrás de su aparente dureza es un jugador especialmente fino. Sólo ha habido en el equipo uno con más clase: el portugués Jorge Mendoza; pero a Jorge le pasa lo que a Curro Romero: que las grandes faenas no se prodigan.

Símbolo de la causa, muchos atléticos esperamos que el club le devuelva lo mucho que le debe y el nuevo estadio lleve con honor su nombre. Hasta siempre Luis, te queremos.

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