viernes, 16 de diciembre de 2011

La poesía de Hölderlin. La interpretación


Y sin embargo, tú te imaginas solitario; en la noche callada
la roca oye tu lamento, y, muchas veces, con el enojo
de los mortales, huyen hacia el cielo tus olas aladas.
Pues ya no viven contigo tus muy nobles predilectos,
los que te honraban y orlaban en otros tiempos tus orillas
con templos y ciudades, los que siempre buscan y requieren y
siempre necesitan para su gloria los sagrados elementos,
como los héroes la corona o el corazón el hombre sensible.

Di, ¿Dónde está Atenas? Tu ciudad preferida, ¡dios afligido!,
¿Ha sido totalmente reducida a cenizas en las sagradas
orillas sobre las tumbas de los grandes antiguos?
¿O existe todavía algún indicio suyo
para que el navegante, al pasar, la nombre y la recuerde?
¿No se levantaban allá las columnas y no resplandecían
en lo alto de la fortaleza las imágenes de los dioses?
¿Y no se alzaba allá la voz tormentosa del pueblo desde al ágora?
¿Y no descendían presurosos los caminos
desde las puertas alegres hacia tu puerto lleno de dádivas?

Friedrich Hölderlin, El archipiélago

Hölderlin ha creado un espacio lírico único e irrepetible.

Resurge en su obra la figura del poeta cuyo destino, el más elevado, es el canto. Pueblo y poeta proceden del mismo linaje, fluyen de las mismas fuentes: el poeta es el mensajero del pueblo; un pueblo arrebatado por el canto que se reconoce en el poeta y se determinan mutuamente. Un pueblo primigenio situado más allá del tiempo de la historia. Existe la reconciliación, pero forma parte de un pasado legendario.

El único horizonte temporal de Hölderlin es Grecia: sus versos habitan en la cultura griega, en el arte griego, en los dioses y los mitos griegos… Una Grecia ancestral, imaginaria, profética, sin ningún criterio riguroso, de cuyo magma brotan las intuiciones poéticas.

En Hölderlin, la relación entre el mundo empírico y la poesía sólo se vislumbra dentro del poema; no hay mediaciones ni evidencias simbólicas. El poema establece las marcas del mundo. Un mundo indeterminado, anterior al pensamiento, fundado en la distancia de una realidad concebida débilmente. Las asociaciones que separan el claro del encubrimiento, los vínculos sólidos entre los seres, sólo aparecen en el verso.

El mundo de Hölderlin extrae su fuerza de la inocencia y del heroísmo, y anuncia su culminación en la razón, también convertida en mito. El pensamiento como atributo del ser se muestra en términos prelógicos: el Nous, el Logos, el Alma…

Heidegger: La idea de la propia lógica se disuelve en el torbellino de un preguntar originario. El espíritu: una espiral cuyos últimos pliegues ni siquiera se presienten. La poesía de Hölderlin trasmuta la dialéctica en el retorno a una edad de oro, a un espacio lírico en el que se igualan los dioses, los hombres y los príncipes caídos.

Jamás hay concesiones a lo profano: lo ornamental se convierte en absoluto, la poesía en sacramento, la metáfora en abismo. Palabras sencillas como "ofrecer" o "caminar" adquieren un significado fabuloso, se convierten en promesas atávicas, dejan de ser productos amables del mundo cotidiano.

El tiempo no es lo pasajero sino un regalo de los dioses. El tiempo de Hölderlin no se mide en años sino en eras; su principal dimensión es el pasado, lugar de un acontecer sagrado cuyas sendas son desbrozadas por el canto. La función del tiempo es mostrar lo inmutable frente a la visión tradicional del cambio. El tiempo no consta de momentos sino de horas supremas. 

En sus versos, los relatos que lloran el abandono de la tierra resuenan con vigor en los labios del pueblo. Aunque nada se ha perdido de aquellos tesoros que forjaron los grandes demiurgos, tan sólo permanecen ocultos a la espera del poeta y de su voz. La poesía de Hölderlin es el acontecimiento fundamental del hombre; sólo en ella está contenida la respuesta: el canto, esa revelación suprema que une al poeta con los vivos. Desde el interior del verso emerge una forma superior de vida. La vida en Hölderlin: máxima abstracción antropológica.

La palabra es la morada del ser. La poesía es desvelamiento, alethéia, desocultamiento. En ella adviene la verdad al permitir que nos hable el poeta; que su voz propicie el sentido y ponga en juego la eterna agonía de las luces y las sombras; la verdad, esa donación que se manifiesta en el poema. La poesía es un nombrar el ser constituyente de las cosas: allí los dioses tomaron la palabra y el mundo se hizo manifiesto.

El poetizar en Hölderlin: la ley de este mundo es la presencia del poeta, de una conciencia pura colmada de contemplación. Su intención, el retorno a la edad de oro. Su expresión, la fundación de un lenguaje. Su verdad, la esencia de la poesía.

Heidegger:

Nosotros buscamos, por el contrario, lo esencial de aquella esencia que nos fuerce a la decisión de tomar en serio la Poesía, y de afincarnos en sus dominios. No se ha elegido a Hölderlin porque en su obra se realice, como en una entre tantas, la esencia general de la Poesía, sino única y exclusivamente porque la poesía de Hölderlin mantiene constante la determinación poética de poetizar sobre la esencia de la Poesía. Hölderlin es, pues, para nosotros y en excepcional sentido, el poeta del Poeta. Por esto nos pone en trance de decisión.

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