miércoles, 20 de enero de 2010

La disciplina en los centros


ANTEPROYECTO DE LA COMISIÓN EVALUADORA CON LAS SANCIONES CORRESPONDIENTES A LAS CONDUCTAS CONTRARIAS A LAS NORMAS DE CONVIVENCIA EN EL CENTRO

Primera parte. Sanciones ejemplares.

1. La danza del arrepentido. De rodillas sobre los granos de arroz el convicto baila un zapateado presto vivace. Conviene tener a mano algún eficaz antiséptico.

2. El buche de agua. El reo infla la boca de agua y traga hasta que se dispensa el escarmiento. Preparar sábanas viejas pues a menudo se abre encima su propio grifo.

3. La cata del reserva. Bebe el culpable un cuartillo de ricino espeso y tibio. Sin prisa, paladeando el caldo que se le brinda. Aparejar una jofaina por si se tercia vomitera.

4. El apestado. Nadie bajo ningún concepto debe dirigirse al implicado de pensamiento, palabra u obra. No valen miradas ni gestos sutiles. Si en doce días no ha intentado tirarse por la ventana es que la culpa remite.

5. La flagelación. Se aplica al rebelde una generosa ración de mandobles en las posaderas con fina vara de mimbre. Siempre a calzón quitao pues la ropa no tiene la culpa de sus yerros. Los desperfectos los cubre el seguro escolar.

6. Orejas de burro. Se sitúa al infractor en la puerta del colegio con un casquete del que salen puntiagudas orejas. Cada tres minutos debe rebuznar con entusiasmo creciente hasta que no quede nadie. Concertar cita con el psicólogo para retocar la autoestima.

7. Lengua de trapo. Especial para habladores/as pertinaces. De pie con los brazos en cruz cuelga de su boca un trapo de dimensiones mudables según la pena. Cuando el juez chasquea los dedos, el lenguado deslenguado repite tres veces con voz firme “Pamplona” sin que el apéndice se caiga al suelo. El infeliz se queda sin saliva durante tres semanas.

8. El hombre-anuncio. Son candidatos al recargo los fugitivos de la ducha, ropa con lamparones, roña en las orejas y calcetines curtidos. Con la cabeza gacha y los brazos al costado el galeote se pasea por el patio con un formidable cartel que dice: "Guarro”. Conviene animarle después con obsequios alusivos, estropajo de primera, jabón de sosa y piedra pómez.

9. La gallina ciega. Dirigido a los que acosan y maltratan a colegas. En la clase vacía se pone una venda en los ojos del gallito. Una vez perdido tiene que ganarse la salida. Sus compañeros le ayudan mediante toñas y trompazos. Las víctimas tienen derecho a engañarle dos veces. Cuando la encuentra, traspone el umbral mediante patadón y zancadilla. Cuidado con la puerta de cristales de la clase de enfrente.

10. Confesión general. Delante de maestros y compadres el infeliz narra con voz ahogada los cargos más graves de su amarga vida. Según el grueso de la pública misión el coro le fustiga con abucheos, estruendos y remoquetes. Evitar las risotadas, que no sojuzgan sino animan al villano.

11. La gota de agua. En la trastienda se coloca al contumaz bajo gotera añeja. Durante tres clases debe soportar en su cráneo mondo los efectos del poroso radiador. No hay que procurar miramientos ni cuitas porque el cerebro se le ablande un poco.

12. La gatera. Aconsejado para hiperactivos sin solución. En una caja de un metro se acopla al bribón en posición fetal atado de pies y manos. Se cierra la trampa con prudencia para que pueda respirar. A lo largo de la mañana tendrá tiempo de meditar sobre las ventajas de estarse quieto. Al liberarlo del ataúd dejarlo tranquilo hasta que cesen los temblores y babeos.

Nuevos castigos de igual rango aparecen en la siguiente entrega, entre otros los que siguen: todos a una, la bayeta humana, gargajo va y aguadilla en el retrete...

El autor de estas líneas sabe de buena tinta que en nuestro país y en otros de la Europa civilizada se han utilizado con profusión los castigos aquí descritos, tanto en la escuela pública como en la privada. Ahora la situación es justamente la contraria...

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