martes, 13 de octubre de 2015

Pierre Bonnard, álbum para niños


Recuerdo que llevé por primera vez a mis dos hijos al Prado cuando tenían diez años. Creía, según el tópico, que la sensibilidad depende a partes iguales de la herencia genética y el medio ambiente. Por tanto, a trabajarnos el segundo y a confiar en la primera. Me callé y dejé que miraran a sus anchas.
- ¿Qué os parece? Les pregunté al quinto cuadro.
- ¿Es todo igual? contestó la mayor inquieta…
Si hoy tuviera que llevar a un grupo de niños a la exposición sobre Pierre Bonnard en la sala Mapfre Recoletos, comenzaría por ahorrarles la lectura de los paneles informativos (por lo demás espléndidos) y les diría lo siguiente: ¿Os acordáis de lo que hacéis en clase cuando coloreáis los cuadernos de muestra con vuestros lápices? En mi época lo hacíamos con las pinturas Alpino. Es lo mismo que hace Bonnard, ese señor con gafas de mirada triste, solo que él es un gran artista que se ganaba la vida coloreando cuadros.
- ¿Qué es lo que más le gustaba pintar? pregunta, Alba, una niña de la primera fila.
- Muchas cosas. Pero más que por el qué, comenzaremos por el dónde. Le gusta pintar escenas de puertas adentro, cosas del hogar, lo que hace la gente en su casa: lavarse en el baño, comer mientras sus mascotas miran el plato, vestirse y desnudarse; o personas ausentes: la mesa de estudio cubierta de papeles, el dormitorio con la cama deshecha o el rincón solitario en el que la madre tejía una prenda para el pequeño. Las pinta de muchas maneras: puede estar toda la familia en un día de fiesta merendando; o en grupos separados, la madre con los hijos y el perro, el padre con la mediana sentados a la hora de cenar, las hermanas jugando a las cartas, el pequeño con el ama de llaves… O solos. También se fija en los objetos que pueblan las habitaciones: jarrones, teteras, manteles, esas cosas con las que vives a diario y que amas tanto como al gato. Fuera, dentro, ¿Recordáis las enseñanzas de Epi y Blas en Barrio Sésamo? ¿Cuáles son vuestros objetos preferidos? ¿Seríais capaces de pintarlos?


- Háblenos de las chicas, sugiere Solete.

- Observad las caras: expresan aburrimiento, tristeza, soledad, vacío, nostalgia, conformismo… Yo diría que en ocasiones el pintor se deja tentar por los demonios familiares. Apuntad esas palabras y buscadlas en el diccionario. Mañana las buscaremos en los cuadros.
- ¿Qué es conformismo? Pregunta Jaime…
- Aceptar lo que no nos gusta sin protestar. Pero no siempre pinta caras disgustadas. En todo caso, se echa de menos la risa.
- Pero los cuadros no se parecen a las fotos, comenta Andrés.

- A Bonnard no le interesan las cosas como son, como las vemos a diario. Sus pinturas no son las escenas que aparecen en los retratos de familia. Lo que quiere es mostrar las cosas, las personas, los paisajes, las calles a través de los colores, la luz y las figuras que se inventa. Los utiliza para adornar el mundo y convertirlo en arte. Cada pintor abre un mundo. Demasiado serio. Vuelvo al ejemplo del colegio. Cuando vosotros dibujáis lo que la profesora os pide, por ejemplo, una playa, cada cual pinta una playa distinta. Aunque os pidiera que pintarais la misma playa que veis en la pantalla, cada cual lo haría a su manera. Prestad atención: Bonnard maneja primero los colores, después la luz, luego las figuras. En vuestro caso serían las figuras, los colores y la luz.
- Yo no sé pintar la luz, se queja Marta. 

- Claro que sabes. La luz se pinta sola. Según las figuras que pongas y los colores que utilices tu dibujo tendrá una luz u otra. Sale sola; pero si buscas una luz determinada, especial, la cosa cambia. Por eso es lo más difícil de pintar. Fijaos en aquel rincón de mesa: parece que tiene dentro una bombilla encendida. Y aquel mantel blanco, si lo colgáis en vuestro dormitorio seguro que ilumina la habitación a oscuras.
- No me lo creo dice, Alfredo. Muchas personas están desnudas, por qué.
- Bueno, cuando te echas la siesta en verano o te metes en la bañera no hay más remedio que quitarse la ropa. A todos los pintores el desnudo les parece un buen pretexto para ponerse a trabajar. Pensad que en las Escuelas de Bellas Artes los modelos posan desnudos para que los alumnos aprendan a representar el cuerpo humano.

- ¿Aprendió a pintar solo? se interesa Julia.
- Lo cierto es que nadie aprende solo, vosotros lo sabéis mejor que nadie.
- ¿Entonces copió de otros? pregunta Juan Antonio.
- Un artista siempre recibe influencias anteriores o actuales. Bonnard aprendió de los impresionistas, Gauguin, Matisse o la pintura japonesa. Pero el mundo que abre es original. Persiguió con esfuerzo un estilo propio, personal, inclasificable. La frase Cuanto más mires hacia atrás, más difícil te resultará mirar adelante es suya. Excepto su pertenencia temporal al grupo denominado “los nabis”, se puede afirmar que fue un pintor solitario. En parte por su carácter pero sobre todo porque no participó en la fiesta de las vanguardias parisinas. Conoció el surrealismo y el cubismo y todas las demás corrientes, pero nunca se acercó a ninguna. Es más, la parte más viva de su creación se cierra sobre sí misma en un círculo mágico sin proyección en la posteridad. Se dice que fue un precedente del arte abstracto, lo cual es decir poco porque casi toda la pintura de finales del siglo XIX lo es. Yo diría que su obra se dirige al ojo y la mente del espectador y menos a sus colegas.
- ¿Por qué es tan original? repite Julia que ha soportado el chaparrón sin pestañear.
- En mi opinión, más que original es insólito (más deberes para mañana). Bonnard pinta escenas comunes, típicas, por ejemplo, un desnudo de mujer en el cuarto de baño, una mesa puesta con mantel, un jarrón de flores, un rincón con ventana o un grupo en el jardín. Pero su paleta convierte los motivos clásicos en entornos renovados. Cambia lo cotidiano en sorprendente, lo conocido en desconocido. En la pintura de Bonnard se libra la lucha eterna entre lo viejo y lo nuevo. De esa disonancia surge la idea de lo insólito. Y me temo que se me ha ido un poco la mano, ¿no es así, niños?
- Se le ha ido tres pueblos, profe, reconoce Berta, no se entiende nada.

- En clase os lo volveré a contar con palabras que ahora no tengo.  

- ¿Y qué más hace Bonnard? (el interés de Marina, además de la curiosidad femenina, muestra que vamos por el buen camino).
- Hasta ahora nos hemos fijado en los cuadros de interior, cuando pinta lo que pasa en la casa. Después Bonnard sale al jardín, más cuadros; después al exterior, al campo, a las montañas, al mar; después a la ciudad y sus calles, sus rincones, sus lugares. Pero vayamos por partes: de momento nos quedamos en el jardín…

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